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Crítica a la obra literaria
 
Introducción.
 
Don Magín, profesor y mártir,
Madrid, Editorial Prensa Española, 1971.
 

ANGEL MARSÁ ("El Correo Catalán")

Un bello decir y un noble razonar se hallan servidos por una bella y noble arquitectura narrativa. Es la novela de un intelectual puro, que jamás se contentó con sólo comprender el mundo, la vida en torno, el hombre y su circunstancia, sino, además, entenderlos y conocerlos... Novela, como toda novela auténtica, con amplio trasfondo autobiográfico-el doctor Iglesias, salmantino, estudió en Salamanca-, recoge uno de los momentos más apasionantes y discriminatorios de la Universidad española contemporánea, precursor de la efervescencia estudiantil que posteriormente alcanzaría vastedad universal... Novela intelectual Don Magín, profesor y mártir, de ambiente intelectual, personajes intelectuales, escrita por un intelectual metido con fortuna a novelista, y de lectura obligada para intelectuales inmunes al desprestigio mostrenco de lo intelectual, y que sientan la responsabilidad de serlo. Novela insólita, bien cierto. Por tantas cosas, ya verán ustedes, si la leen, a libre elección o siguiendo mi consejo.
 
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ANTONIO IGLESIAS LAGUNA ("ABC")

El gran mérito de Don Magín reside en su contenido ético. Un despilfarro de moral. Juan Iglesias quiere pergeñar la vida de un santo laico, de un sabio republicano, y la pergeña. Pensemos como modelos en los krausistas, en los santones de la Institución Libre de Enseñanza, en el propio Unamuno. Cierto que don Miguel aparece en la novela como don Manuel, rector de la Universidad de Salamanca, pero Don Magín tiene mucho del gran vasco. Diríase que Don Magín surge del cóctel don Miguel-Don Quijote-don Juan Iglesias. Tres espíritus señeros con el resultado de una novela intelectual, un programa benéfico-docente y un instituto vitoriano. A mí me interesa Don Magín, profesor y mártir como muestra de novela intelectual, de ese tipo de novela densa, profunda, sin la facilidad del llamado "estilo directo" y la presentación primaria de la problemática social. Novela con paladines cual Thomas Mann, Hermann Broch, Aldous Huxley y apenas cultivada en España. Si bien tengamos uno de sus adelantados en la persona de Ganivet, el de La conquista del reino maya y Pío Cid.
 
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F. S. ("Cuadernos para el Diálogo")

E1 autor, profesor de Derecho romano de la Universidad Complutense, aborda en esta novela, escrita en un hermoso castellano, la vida de un profesor universitario de Salamanca. La obra plantea muchos de los grandes temas que hoy preocupan en la Universidad y en la sociedad.
 
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GÓMEZ CANTÓN ("Diario de Barcelona")

... su homenaje a Unamuno, a los treinta y cinco años de su muerte, viene expresado de forma novelesca, aunque el lector no tarda en comprender que, gracias a eso, nos ofrece una estampa viva del Unamuno que conoció en aquella Universidad, desde entonces unida para siempre al recuerdo del hombre más genial entre los pertenecientes a la generación del 98.

 
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JOSEP MARÍA PI SUÑER ("Destino")

Si se me preguntara la primera impresión que su lectura me ha producido, diría esto: el libro permite saborear un recio y castizo castellano... A lo largo de las páginas del libro corre con frecuencia la emoción de las enseñanzas de fray Luis de León y del padre Vitoria.
 
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LUIS BALLESTER SEGURA ("Las Provincias")

Este es el protagonista de la novela: Don Magín de Lerma y Santillana, catedrático de Derecho internacional de la Universidad salmantina, profesor y mártir, como se dice en el título de esta novela unamunesca, no sólo porque en ella aparezca la egregia figura de Unamuno, sino por su magnífico y vibrante estilo literario, en el que se saborea un castellano castizo, sin palabras malsonantes ni situaciones escabrosas, tan al uso en algunas novelas de nuestros días.
 
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LUIS DE LÁZARO URIARTE ("La Gaceta del Norte")

Una prosa rítmica y entretejida de clásicos fervores, decantada en finuras de orífice, y cuya lectura puede hacerse al compás del diapasón... Aparte de su valor documental, las trescientas y pico de páginas se leen de un tirón y rezuman ternura, ungidas como lo están de firmes creencias en altos ideales y de esa fe que, hoy por hoy, y pese a lo que digan copetudos vividores de la pluma, es la única capaz de mover montañas. Entre tanta basura editorial, hará bien el lector dedicando unas horas a esta novela del que fue vicerrector de la Universidad de Madrid, en la seguridad de que no le darán gato por liebre.

 
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LUIS HORMO LIRIA ("Heraldo de Aragón")

Como ellos, como sus amigos Dorado Montero y Unamuno, está Don Magín transido de amor a España y a sus inmediatos prójimos. Por ellos se pelea, se entrega, se arruina y muere. El relato de su vida, simbólico unas veces, muy concreto otras, es diferente a otros libros. Tiene de todo, desde amorosas, entrañables páginas del más puro estilo, a sesudos análisis de los males de la universidad y del país. Don Magín pelea contra todos como pelean los santos, aunque no cree, más bien descree. Es una obra personal, muy noble y muy bella, muy distinta a la mayor parte de las que hoy atestan los escaparates.

 
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MARIO GÓMEZ-SANTOS ("ABC")

Hace treinta años llegó a la Universidad de Oviedo, desde su Salamanca natal, un joven catedrático de Derecho romano para ocupar la misma cátedra que había explicado Leopoldo Alas. Los cuatro decenios transcurridos desde la muerte de Clarín , una revolución y una guerra cruenta que asolaron los claustros no habían logrado borrar la huella espiritual ni la semilla literaria que florecía con mayor fuerza entre las ruinas de piedra en torno a la estatua de Valdés Santos. Aquel joven profesor de veinticinco años era Juan Iglesias, hoy catedrático de la Facultad de Derecho de Madrid y autor de un libro considerado universalmente como uno de los mejores de la literatura romanística. La circunstancia que el destino le había deparado-explicar Derecho romano en la misma aula de Clarín -; pasear bajo el paraguas por las rúas de Vetusta, en torno a la catedral de La Regenta, su amistad con canónigos y personajes de tinte literario, supuso para Juan Iglesias un ejercicio que iba a despertar su innata vocación de escribir. La Editorial Prensa Española publica ahora una gran novela de Juan Iglesias: Don Magín, profesor y mártir, escrita con prosa tersa y vigorosa. Se advierte que es un tema que el autor llevaba dentro, dejando que el tiempo lo sazonase, sin prisa por recoger el fruto.
 
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MARTÍN AGUADO ("Ya")

Escrita con prosa tersa y vigorosa, la obra del profesor Iglesias refleja la problemática del mundo universitario, que, aunque circunscrito a una ciudad concreta y a una época concreta-Salamanca en tiempos de la República-, tiene plena vigencia en nuestros días. Don Magín, "el primer ateo de Salamanca" en versión de los caciques de la ciudad, es un catedrático de Derecho, hombre abierto a las corrientes culturales europeas y defensor de un acercamiento de España a los países de más allá de los Pirineos.

 
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Surcos,
Madrid, Editora Nacional 1978.
 

JOSÉ MARÍA TAVERA ("LA PRENSA"- 13 de enero de 1979)

El castellano de Juan Iglesias, en esta cincuentena de artículos reunidos, es todo un muestrario de los logros a que un idioma puede aspirar, cuando es tratado con natural y manantial maestría, cuando su amplia veta de vocablos y matices se conoce, domina y juega con artesana donosura, y cuando el hondo conocimiento de las tres lenguas teológicas hace filigrana, airosa filigrana, de su quehacer sintáctico (.) Pero no es sólo el lenguaje y su empleo el milagro de SURCOS. Es también la temática en ellos prevaleciente. Su preocupación por una Europa europea, su deseo de hallar camino de afiliación directa al concepto de España, sin ponerse ni a la derecha ni a la izquierda de ella, sino en ella misma (.)
 
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PEDRO CASADO ("La Gaceta Regional"- Salamanca", 28 de enero de 1979)

Artículos breves, cortos, con pocas líneas; pero con un profundo trasfondo que no sólo hace muy amena su lectura, sino sumamente sugerentes y propios para una meditación serena tan necesaria en estos momentos de confusionismo ante toda esa avalancha de acontecimientos que nos están desbordando (.) Un libro lleno de contenido que además de señalar el camino, sugiere profundas meditaciones sobre cosas, serias y menos serias, de algo que estamos viviendo.
 
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CÉSAR GARCÍA SÁNCHEZ ("El Adelanto" - Salamanca, 28 de enero de 1979)

No se trata de artículos volanderos de circunstancias, sino de trabajos reflexiva, amorosamente elaborados, con el magisterio propio de su alto rango docente, pero con una hermosa sencillez. Periodismo doctrinal de finos quilates, con nobles incitaciones a la armonía entre los hombres y su cotidiano convivir en nuestras urbes trepidantes.

 
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RAFAEL GIBERT ("ARBOR", Revista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, nº 398, febrero de 1979)

Poco más de cincuenta artículos han dado lugar a un libro dotado de unidad de estilo y temática, de un autor inconfundible, Lo principal es el lenguaje. El autor tiene un prestigio ganado en ese oficio que nos excusa de insistir. Generacionalmente en cuanto escritor e inescindiblemente en cuanto profesor, procede de Unamuno. Quienes alimentaron su juventud con aquellos comentarios de aquél en el Ahora de 1934 a 1936 -"Cruce de miradas"- no podrán evitar que al leer estas paginas les sacuda como el ramalazo de un recuerdo, de un momento ya vivido.
 
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MARTÍN AGUADO ("Ya" - Madrid, 10 de mayo de 1979)

Entre la variedad temática de los artículos descubrimos ciertos anhelos e inquietudes permanentes en Juan Iglesias: la fidelidad y el afecto debidos almejar de nuestro pasado; la obligación de recuperar lo transitoriamente olvidado, cuando lo merezca; la necesidad de la moderación, huyendo de las perniciosas extremosidades; la búsqueda del ser íntimo de las cosas. Todas estas preocupaciones, en la mejor línea unamuniana, es lo que nos ofrece "Surcos", cuya lectura va penetrando, como el arado en la tierra, en nuestro espíritu para enriquecerlo.
 
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BLANCA BERASATEGUI ("ABC" - Madrid, 27 de mayo de 1979)

Englobados bajo el título de "Surcos", Juan Iglesias, jurista y profesor por encima de todo, conocedor y enamorado como pocos de nuestro lenguaje, que lo pule y cultiva -siempre Fray Luis y Cervantes en su cabecera-, ha recogido parte de esa escritura suya que recrea los valores que tiene en su son el reino del espíritu. Es este tipo de periodismo el que hace -que ha hecho- el profesor Iglesias y el que le obliga, muy gratamente, a salir de su feudo jurídico-universitario. Porque Juan Iglesias, unamuniano cien por cien, sigue la estela de todos esos escritores que, como el rector de Salamanca, han tenido en el periodismo un complemento de su labor en la cátedra. Con sus trabajos literarios, pretende prestar la debida atención a los aspectos culturales y ese espigar en las zonas del espíritu para, en lo posible, procurar alivio a una sociedad como la nuestra, tan trabajada por tantos males.
 
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Viaje sentimental a la Salamanca de antaño,
Salamanca, 1996.
 

José A. Montero ("La Gaceta" 14-11-1996)

Aficionado a la literatura clásica desde su más tierna infancia, Juan Iglesias, un salmantino afincado en Madrid, acaba de romper su silencio con la publicación, en tono novelado, de sus vivencias estudiantiles en la Salamanca de finales de los años veinte. /...

Reflejo de una prosa rítmica y de fácil entendimiento, practicante de las viejas reglas de nuestros clásicos y afanado defensor de las tradiciones, Iglesias ha encontrado en esta publicación el instrumento eficaz de sondeo del ambiente universitario y extra-estudiantil de una época pasada, pero no por ello interesante y sentida. En el fondo, estamos ante el homenaje personal de un salmantino a su ciudad. /...

 
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Germán Sierra ("La Gaceta" -Tribuna Libre- 25.6.1997)

En la ciudad del Tormes, tan andada por ilustres plumas, ha sido presentada la novela de Juan Iglesias "Viaje sentimental a la Salamanca de antaño". Al profesor Iglesias le sobra biografía académica, pero en este cambio de tercio, en este salto a la literatura, no la necesita, porque ha escrito una novela novela; nos narra una historia que, en todas sus páginas, interesa y conmueve. Su dominio del idioma no desemboca en un estilismo envarado, su prosa piruetea en anécdotas y es fiel a los personajes y ambientes que describe con insospechada originalidad.

... En la novela de Iglesias hay también personajes reales, que fueron y sobreviven en la memoria de la gente; el "antaño" del título es más bien un "ayer".

... David de Lerma, rico y sabio - rara avis- catedrático de Derecho Internacional, funda con la "complicidad" de Unamuno, Rector de la Universidad a la sazón, el Instituto Vitoriano de Derecho Internacional con sede en la Casa de las Conchas, y en noble competencia con la Academia de Derecho Internacional de La Haya, con base simbólica en el gran nicho de Grocio con mármol epigráfico, en la ciudad de Delft.

... En un clima de conspiraciones y rencillas logra abrir sus puertas al gran Instituto de Derecho Internacional, proyectado por el protagonista bajo la advocación de la egregia figura de Francisco de Vitoria, que antecedió a Grocio en la fundación del Derecho Internacional, pese a que el holandés haya tenido más cartel por razones que no son del caso y que tienen que ver con nuestros tremendos olvidos y los blancos de nuestra memoria histórica, que acaso esta novela nos ayude a reparar.
 
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